La pandemia ha impulsado el teletrabajo de una manera sin precedentes. De forma sorpresiva, las empresas se vieron abocadas en marzo de 2021 a una nueva modalidad de trabajo para la que no tenían una estrategia de adaptación progresiva.
En un primer momento, los trabajadores mostraron una satisfacción mayor con su empleo y la productividad incrementó para el 68% de las empresas a nivel mundial, según un estudio de la consultora estadounidense Omdia. Las ventajas parecían evidentes: se ahorraba dinero y tiempo de desplazamiento, y era más fácil conciliar trabajo y familia. Pero las nuevas olas de coronavirus con nuevas variantes y la incertidumbre del contexto actual ha afectado a la salud psicológica de millones de personas. La falta de contacto con los compañeros, el aislamiento y la falta de comunicación han dado paso a un progresivo deterioro y a una sensación de soledad que ya se observa en muchos empleados afectados por un nuevo fenómeno, lo que se ha llamado “trabajador burbuja”.
Según un estudio de la plataforma de trabajo Fiverr, el 40% de los trabajadores tiene problemas para separar la vida profesional de la personal. Y lo que es peor: tras muchos meses de teletrabajo se acusa la sensación de aislamiento que distancia al empleado del equipo, del líder y de los objetivos.
La aparición del “empleado burbuja” es una muestra de que el contexto actual requiere que se le de la importancia debida a la salud mental del trabajador. De esto depende el futuro de la empresa y el bienestar de su capital humano.
Ayudar a la salud mental
El home office ha venido para quedarse en muchas empresas y es preciso adaptarse, ver los aspectos más positivos pero también es preciso cuidar los aspectos que pueden perderse con la falta de contacto personal para evitar la falta de motivación y rendimiento profesional.